lunes, 19 de septiembre de 2011

'Vestida para matar', magistral De Palma

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No me cansar� nunca de repetir que Brian De Palma es uno de los directores contempor�neos m�s complejos, notables y fascinantes. Tampoco se puede negar que cuando se le va la olla (y esto le ha ocurrido bastantes veces, por desgracia, en su larga trayectoria) da la impresi�n de ser un cineasta caprichoso, sin rumbo, de decisiones est�ticas y narrativas m�s que cuestionables. No hay t�rmino medio con �l: o firma una pel�cula magistral, o una pel�cula absolutamente mediocre y prescindible. Sus t�tulos interesantes sin m�s son bastante escasos. Esto, qu� duda cabe, acrecienta la vehemencia hacia sus grandes logros, como ‘Vestida para matar’ (‘Dressed to Kill’, 1980), un thriller esencial de los a�os ochenta que, a d�a de hoy, parece bastante olvidado y hasta ninguneado por ciertos sectores, y que da muestras palpables de que a un nivel b�sico de realizaci�n de pel�culas (en los movimientos de c�mara siempre ejecutados para crear un estado de �nimo muy determinado, en el uso del espacio y el tiempo cinematogr�ficos, en el puro instinto din�mico y cinem�tico innato en �l) hay pocos directores comparables, incluso en las nuevas generaciones.

Pero no solamente eso: su pasi�n por el suspense (que no debe reducirse, aunque �l lo haya propiciado con fuerza, a su admiraci�n sin l�mites, sobre todo en su juventud, por Alfred Hitchcock), su habitual y luctuosa mezcla de g�neros (que le lleva a trasgredir con desverg�enza e ingenio muchas de sus reglas) y su mirada macabra y gui�olesca (que en demasiados realizadores es un divertimento mientras que en De Palma parece una necesidad creativa), han cuajado en un pu�adito de obras inolvidables que, a buen seguro, le aseguran una plaza entre lo m�s interesante del �ltimo tercio del siglo XX. Y si su obra maestra definitiva es ‘Atrapado por su pasado’ (‘Carlito’s Way’, 1993), pues en ella depuraba su estilo a la hora de filmar cine negro, en un insuperable equilibrio entre formalismo y drama, quiz� la cima de su vertiente m�s sangrienta y espeluznante sea esta aventura siniestra, de la que deber�an aprender todos los que quieran contar una historia de asesinatos y erotismo salvaje, pues el desasosiego y la inquietud que provocan sus im�genes no abandonan al espectador bastante tiempo despu�s de haberlas presenciado.

En cierta forma, no siempre admitida por algunos, ‘Vestida para matar’ anticipa muchos de los thrillers er�ticos de los a�os noventa que tanto dieron que hablar, aunque ninguno se le acerca en salvajismo e intensidad, tan solo la no menos magistral ‘Instinto B�sico’ (‘Basic Instinct’, Paul Verhoeven, 1992), que homenajeaba, por cierto, la recordad�sima secuencia del ascensor, y a la que se puede considerar una continuaci�n tem�tica y estil�stica en toda regla. En aquella tambi�n se introduc�an elementos de psicolog�a, del doble como figura mefistof�lica y del sexo como puerta a una violencia infernal y a una atm�sfera enrarecida. Pero tambi�n, a poco que uno se fije, las im�genes de la pel�cula de De Palma poseen remiscencias de la zona final de ‘Psicosis’ (‘Psycho’, 1960), de muchas ideas brillantes de ‘De entre los muertos’ (‘Vertigo’, 1958), de los dobles sentidos y la ambig�edad de ‘Sospecha’ (‘Suspicion’, 1941), pero actualizando y pervirtiendo ese mundo “hitchcockiano” para transformarlo en otra cosa, en un mundo plenamente “depalmiano”, que funciona con sus propias normas y leyes, y con una fuerza expresiva que le deja a uno sin aliento.

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La retorcida y penetrante mirada de De Palma

A grandes rasgos, la rocambolesca trama de ‘Vestida para matar’ termina por dar bastante igual, siendo una pel�cula construida a base de grandes momentos, sin respiro ninguno, destinados a crear una opresi�n tremenda en la mente del espectador, traducida luego a un malestar f�sico incontestable. Pero a pesar de eso, creo que es uno de los mejores guiones escritos por Brian De Palma, y puede que el m�s completo y elaborado de todos ellos. En comparaci�n, puede revisarse ‘En nombre de Ca�n’ (‘Raising Cain’, 1992), tambi�n escrita en solitario (y escribir en solitario es realmente algo mucho m�s dif�cil que escribir en compa��a, ni que decir tiene filmar guiones ajenos), y el contraste es notorio. Aqu� De Palma se siente m�s libre que nunca y es capaz de poner sobre el papel una historia y una construcci�n de personajes que le pertenecen en cada l�nea y en cada gesto, luego sublimados por una puesta en escena realmente inspirada, que lleva mucho m�s all� lo creado en el gui�n, y que es capaz de conceder el m�ximo protagonismo a la imagen como veh�culo de las emociones. Un thriller que exprime todos los c�digos gen�ricos y por el que no pasa el tiempo.

Porque nada en ella est� sujeto a una moda, sino que es indagaci�n est�tica en los recovecos m�s oscuros y retorcidos de la mente humana. Eso s�, nunca de una manera especulativa o racional, siempre furiosamente audiovisual y din�mica. La b�squeda de un psic�pata asesino de mujeres que se viste tambi�n de mujer y que las corta con una terror�fica navaja de afeitar podr�a haber derivado, en manos menos refinadas y decadentes que las de De Palma, en un vulgar espect�culo sangriento y morboso. Pero el talento enorme de este realizador lo convierte en un espect�culo amoral, perturbador, casi inimaginable. Con su imaginaci�n visual, es capaz de transformar cada espejo, cada sombra sinuosa, cada profundidad de campo, en una posibilidad infinita para el horror. Pero no el evidente, sino el que cada cual lleva consigo. Por eso es imposible dejar de admirar que De Palma permita que cada uno de nosotros introduzca en la imagen sus demonios particulares, como si los interiores de esta pel�cula fueran espacios propicios para el mal absoluto, o como si no hubiese lugar para la piedad y el sosiego.

Y para lograr todo ello De Palma se vale de una m�sica muy sugerente de Pino Donaggio, de una fotograf�a sobresaliente del fallecido Ralf D. Bode, de un dise�o de producci�n fant�stico de Gary Weist, y sobre todo de un grupo de actores en estado de gracia, como una fugaz pero sorprendente Angie Dickinson (alucinante su escena en la ducha), de un joven Keith Gordon, de una guap�sima Nancy Allen (una actriz maravillosa que merec�a gozar de un recuerdo m�s cari�oso por parte de los cin�filos) y sobre todo de un Michael Caine imperial que sabe jugar como nadie a los dobles sentidos y a una contenci�n que esconde mucho m�s de lo que muestra, apropi�ndose de cada secuencia y bordando uno de sus papeles m�s dif�ciles y resbaladizos, uno de esos que distinguen a los grandes actores de las leyendas del cine. Visto el final de ‘Vestida para matar’, que no desvelaremos, es una gozada volver a verla acto seguido para encontrar un sentido a las enigm�ticas frases y los dobles sentidos de un personaje que era muy f�cil que cayera en el rid�culo o la incoherencia pero que �l sabe llevar a lo sublime

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Conclusi�n

Pel�cula de obligado visionado tanto por los amantes del cine en general como por los degustadores de lo macabro en particular, que sabr�n disfrutar desde la primera hasta la �ltima imagen, de todos los sonidos, de una aventura terror�fica que se va enrevesando hasta la locura y en la que nos dejamos enrevesar tan a gusto, mecidos a placer por la perversa imaginaci�n de un hombre de cine que, cuando quiere, es uno de los mayores narradores del mundo.



Source: http://www.blogdecine.com/criticas/vestida-para-matar-magistral-de-palma

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