Habiendo entrado ya de lleno en la d�cada de los ochenta con ‘Excalibur’ (�d, John Boorman, 1981), toca hablar ahora de otra pel�cula de inconfundible producci�n europea que, a su vez, ha influido bastante en cierta concepci�n del cine de aventura como obra de arte, o al menos como pieza de autor, pero tambi�n de una pel�cula que es casi un documental, y que por lo tanto tambi�n ha aportado bastante a una nueva forma de entender la aventura. Dice Werner Herzog que la mayor�a de sus ficciones son en realidad documentales, y que todos sus documentales tienen algo (o mucho) de ficci�n. ‘Fitzcarraldo’ (�d, 1982) no es una excepci�n. Considerada por muchos, incluso por �l mismo, como lo m�s importante que ha filmado jam�s el realizador germano, estamos ante un filme hacia el que por una parte (la ya comentada) es f�cil aproximarse, pero que por otra parte resulta absolutamente inclasificable, irrepetible, y bastante dif�cil de analizar, pues en sus im�genes late un extra�amiento que la vuelve impenetrable.
Toca entrar, por tanto, en un cine aventurero muy diferente al que hasta ahora hab�amos comentado, ya que esta pesadilla alucinatoria no podr�a haberse filmado jam�s en los a�os cuarenta y cincuenta (por m�ltiples razones, no s�lo t�cnicas, sobre todo tem�ticas) y que entronca debidamente con una concepci�n del cine como veh�culo de ideas y emociones y como instrumento de combate contra lo socialmente establecido y lo pol�ticamente correcto. Toca tambi�n introducirnos en la locura y en la frondosidad de lo desconocido, pero de forma muy diferente a las ya comentadas ‘King Kong’ (�d, Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack no acreditados, 1933) o ‘Apocalypse Now’ (�d, Francis Ford Coppola, 1979), ya que all� donde los cineastas encontraron fascinaci�n y tenebrismo, como en el primer caso, o existencialismo y barbarie, como en el segundo, aqu� en ‘Fitzcarraldo’ obtenemos el placer de descubrir que todo significa nada, que ni siquiera la locura significa algo, que no hay respuestas, ni conquistas, ni soluciones. Que los cuentos de hadas se acabaron. Que no hay genios. S�lo hay mezquindad, c�lera, actos inservibles, desesperaci�n y muerte.
Por eso el t�tulo que Herzog eligi� para sus memorias sobre el rodaje de este pu�etazo visual es tan acertado. ‘Conquista de lo in�til’ es un volumen imprescindible (y magn�ficamente editado por Editorial Entrop�a) en el que Herzog desnuda literalmente su alma explicando los avatares y los ag�nicos esfuerzos necesarios para hacer la pel�cula. Pocas veces he sentido como en estas p�ginas la complejidad de un rodaje. Se puede decir que esas memorias son cine en s� mismas. Y es que la filmaci�n de esta gran narraci�n de aventuras es una pel�cula dentro de la pel�cula, de forma similar a lo que vivi� Coppola en jungla filipina, y es desde la casa de Coppola donde empieza precisamente el recuerdo de Herzog. Filmada en localizaciones de Iquitos, Per�, esta pel�cula est� inspirada en la personalidad de Carlos Fitzcarrald, comerciante de caucho y eventual explorador, cuya documentada brutalidad con los ind�genas iba pareja con su egolatr�a y su desmesura: capaz de remontar un enorme barco de vapor por una cresta de quinientos metros de altitud. Pero la locura de Herzog no fue menor: repetir exactamente la misma haza�a, elevando con poleas el casco del barco (si bien de menor tama�o), sin recurrir jam�s a maquetas ni efectos de ninguna clase, hiriendo a varios actores, cruzando el umbral de lo humano e instal�ndose en el de animal sin raciocinio.
Una �pera selv�tica
En realidad, la trama se reduce a eso, a la de un perturbado que quiere reclamar nuevas rutas de caucho…y establecer una �pera al mismo tiempo, dada su obsesi�n por Caruso. No hay nada m�s, pero Herzog enriquece la peripecia con cientos (literalmente) de detalles sobre la vida ind�gena, la confrontaci�n entre la locura de lo civilizado frente a lo irracional de lo preindustrial, la mirada del hombre sobre lo que no comprende: la vida y la muerte en la naturaleza pura. Jason Robards fue el primer elegido para interpretar a Fitzcarraldo, pero cay� enfermo cuando se llevaba rodada gran parte de la pel�cula y se vio obligado a abandonar. Le sustituy� Klaus Kinski y Herzog se vio obligado a pactar con el diablo y a comenzar de nuevo. Cuenta que Kisnki quer�a demostrar lo duro y feroz que era, y que quer�a dormir en tiendas en plena jungla, armado con material de escalada para sus ratos libres. A la segunda noche, se fue a un hotel de lujo a emborracharse. Es imposible pensar en otro Fitzcarraldo. Kinski estaba completamente loco, y las peleas con Herzog pasaron de lo normal a la amenaza y hasta el ataque f�sico. Pero no se puede negar que este hombre era una fuerza de la naturaleza, y que Herzog supo entregarle la c�mara para que simplemente pusiera en ella su inexplicable rostro.
Y aunque llegamos a odiar con toda nuestra alma, como espectadores, a este individuo capaz de empujar a su gente a una empresa descabellada, lo que m�s nos estremece es que en el fondo sentimos una cierta admiraci�n por un hombre capaz de llegar todo lo lejos que haga falta para hacer realidad su sue�o. En la tenacidad arrolladora, inexpugnable, de Fitzcarraldo encontramos la fuerza colosal de conquistadores, descubridores y todo tipo de sujetos capaces de mover monta�as, de doblegar la naturaleza a sus designios…para ser doblegados luego por ella. Y en su ca�da, en su fracaso sin paliativos, les compadecemos por su soledad, por haberse atrevido a desafiar a los dioses. En esa belleza oscura es en la que se mueve ‘Fitzcarraldo’, narrada con una gelidez, y al mismo tiempo con una pasi�n, indescriptibles. Extrayendo toda la belleza y la fuerza, y tambi�n todo el horror y la ausencia de romanticismo de la jungla. Ambivalente en todos sus elementos, significa la cumbre de la percepci�n del hombre por parte de Herzog, la expresi�n definitiva del arte por el arte. Con magn�fica fotograf�a de Thomas Mauch y a�n m�s magn�fico dise�o de sonido de Ju�rez Dagoberto y Zez� D’Alice, quienes con sensibilidad y talento supieron dotar al filme de una admirable riqueza sonora.
Conclusi�n a una pel�cula como no hay otra
No s� exactamente si ‘Fitzcarraldo’ es una pel�cula, un documental, una locura o una gigantesca inutilidad. Quiz� lo sea todo al mismo tiempo, pero no podr�a asegurarlo. De lo que s� estoy seguro es de que es una experiencia sensorial obligatoria para todos los amantes del cine (a los que puede fascinarles o repugnarles, sin t�rmino medio, y puede que ambas cosas a cada minuto) y una cita imprescindible para todos aquellos que crean que el arte es eso que, precisamente, m�s nos pone nerviosos. Una aventura sin regreso a casa. En la pr�xima entrega de este particular ciclo de aventuras, una muy diferente, de nuevo norteamericana, protagonizada por un hombre corriente, muy diferente al loco de Fitzcarraldo.
Ciclo Gran Cine de Aventuras

Source: http://www.blogdecine.com/criticas/gran-cine-de-aventuras-fitzcarraldo-la-colera-del-hombre
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