jueves, 18 de agosto de 2011

El humanismo y la pasi�n de Zhang Yimou

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“La gente en la miseria es lo m�s importante del arte”

Yo soy muy exigente. Cuando a veces escucho o leo la expresi�n “gran director de cine” aplicada a cineastas que, independientemente de su talento (muchos lo tienen, pero pocos llegan a algo en verdad importante), desarrollan una carrera con mucho menor vuelo est�tico que los que yo considero verdaderamente grandes, me imagino qu� tipo de expresiones deber�an usarse con los que son artistas eminentes, como Zhang Yimou. No voy a hacer ahora una de mis listas de directores geniales o de directores sobrevalorados (supongo que muchos lectores ya me tienen calado en ese sentido), pero si a ciertas pel�culas bien elaboradas y con buen cine se les pone un ocho o un nueve sobre diez…�qu� se le puede poner a una obra de arte como ‘El camino a casa’ (‘Wo de fu qin mu qin’, 1999)? �Un catorce? No es f�cil valorar ciertas muestras de buen cine cuando uno tiene ejemplos de piezas que convierten al cine, una forma de expresi�n todav�a balbuciente, en una bella arte. Y eso que en la cita de m�s arriba tampoco especific� el maestro qu� tipo de miseria, aunque sospecho que de todo tipo. Y de eso nutre su arte.

Est�n a punto de cumplirse veinticinco a�os desde la primera pel�cula que dirigi� Yimou hiciese su aparici�n. No creo que hayan existido unos a�os m�s extra�os, convulsos y raros en toda la historia del cine, y sin embargo �l se ha mantenido fiel a s� mismo, capaz tambi�n de sorprender a propios y extra�os con propuestas audaces y fuera de toda norma, resistiendo la represi�n de la feroz maquinaria pol�tica china, abriendo la cinematograf�a de su pa�s a todo el mundo, formando parte de una de las generaciones de cineastas m�s importantes de las �ltimas d�cadas. Dirigiendo dramas, cine de autor, comedias, pel�culas de aventuras, filme noir…Haciendo uso din�mico de las mejores lecciones de Ford y de Kurosawa, pero tambi�n de las m�s vigorosas vanguardias; recogiendo muchas de las tradiciones milenarias de su pa�s de origen, pero adapt�ndolas, universaliz�ndolas. Hace no mucho le� que Zhang Yimou es un director de gran envergadura, pero bastante sobrevalorado. Yo creo que est� bastante infravalorado.

Durante la Gran Revoluci�n Cultural Proletaria en China, Yimou se vio obligado a abandonar sus estudios y a trabajar durante diez a�os en f�bricas textiles y campos de arroz. Lejos de recordar esa etapa con amargura, Yimou la considera la m�s importante de su vida, pues en ella madur� como persona, conoci� a verdaderos proletarios que sal�an adelante con sus propias manos sin deberle nada a nadie y con dignidad, y se empap� de la miseria y la riqueza de un pa�s enorme y tan complejo como es China a finales del siglo XX y principios del XXI. Volvi� a los estudios y se matricul� en la Academia de Cine de Pek�n, estudiando sobre todo fotograf�a, y sali� debutando como operador en dos filmes: ‘Tierra amarilla’ (‘Huang tu di’, 1984) de su compa�ero y amigo Chen Kaige, y ‘Lao jing’ (�d, 1986) de Wu Tian-Ming, en las que demostr� su enorme pericia y gran gusto en la iluminaci�n de pel�culas, que luego ha sabido inocular a los grandes operadores con los que ha trabajado, una vez convertido en realizador, uni�ndose a la m�tica Quinta Generaci�n del Cine Chino que tantas alegr�as ha dado a los cin�filos de medio mundo, conquistando desde su primera pel�cula la admiraci�n de la cr�tica occidental.

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Porque la brutal, tremebunda, ‘Sorgo Rojo’ (‘Hong gao liang’, 1987), fue algo m�s que un debut bendecido con el Oso de Oro en Festival de Berl�n, fue la apertura del cine chino en el panorama internacional, y la pronta cristalizaci�n de un talento incontenible. Podr�a haber sido flor de un d�a, pero su imparable carrera demostr� que no, que hab�a llegado para quedarse, y la cr�tica tuvo que doblegarse ante la evidencia. La trilog�a formada por ‘Semilla de crisantemo’ (‘Ju Dou’, 1990), ‘La linterna roja’ (‘Da hong deng long gao gao gua’, 1991) y ‘Qiu Ju, una mujer china’ (‘Qiu Ju da guan si’, 1992) hizo del cine chino tema universal, nada folkl�rico o centrado en s� mismo, sino con las ventanas hacia fuera, hacia el mundo, pues el arte debe ser al mismo tiempo profundamente nacional (en el sentido cultural, no de fronteras) y al mismo tiempo profundamente universal, algo que consiguen muy pocos. Para algunos, esa trilog�a sobre la penosa condici�n de la mujer en la machista cultura china es la obra maestra de Yimou, pero a�n habr�a de superarse. Tras el par�ntesis de la hermosa ‘Vivir’ (‘Huozhe’, 1994) y la irregular ‘La joya de Shangai’ (‘Yao a yao yao dao waipo qiao’, 1995), Yimou asombr� con otra trilog�a muy dispar.

Fue la conformada por ‘Keep Cool’ (‘You hua hao hao shuo’, 1997), ‘Ni uno menos’ (‘Yi ge dou bu neng shao’, 1999) y ‘El camino a casa’ (‘Wo de fu qin mu qin’, 1999), con la que Yimou creci� de tal manera como artista, que la multitud de premios internacionales (sobre todo en Berl�n y en Venecia, en los que arras� el mismo a�o) se quedaron peque�os. En la primera se invent� una febril forma de narrar, que dej� perplejos a sus incondicionales y que dej� a las vanguardias narrativas obsoletas de un plumazo, con su primera indagaci�n en la vida moderna china. La segunda hablaba de la miseria en las zonas de la China profunda, pero sin el lirismo que le define, sustituy�ndolo por un realismo descarnado, desasosegante, aunque finalmente redentor. Y la tercera era un poema de indescriptible belleza, de poco m�s de ochenta minutos de duraci�n, un pedazo de arte inalcanzable para el noventa y nueve por ciento de los directores actuales, perdidos en la b�squeda de la tecnolog�a y lo impactante e incapaces de emocionar contando la miseria y la dignidad del hombre.

Porque, hablando de miseria, no puede haber mayor que la de los ni�os que, no teniendo absolutamente nada y obligados a ir a trabajar a la gran ciudad, ni siquiera saben sumar, restar, dividir o multiplicar. Ni parecida a la del hijo que conoce a su padre despu�s de haber muerto �ste. Armado con la riqueza de la vida misma, Yimou ha echado a volar su imaginaci�n y sus ficciones rezuman compasi�n por los h�roes comunes, individuos que salen adelante con lo poco que tienen. Por eso su triple homenaje al “wuxia”, g�nero que vendr�a a ser el equivalente al western norteamericano, y que desde luego no empez� con ‘Tigre y drag�n’ (‘Wo hu cang long’, Ang Lee, 2000), ni mucho menos con ‘Matrix’ (�d, Wachowski Brothers, 1999), fue acogido con cierto escepticismo, aunque en ese vigoroso tr�ptico late una belleza que gran parte del cine de aventuras actual no puede ni siquiera so�ar poseer. Porque en �l se dan la mano una �pica arrolladora, una oscuridad emocional incontestable y una resoluci�n pl�stica apabullante. Inici� esa aventura con ‘H�roe’ (‘Ying xiong’, 2002), de la que hablaremos dentro de muy poco en el Ciclo: Gran Cine de Aventuras, y aunque muchos no supieron qu� hacer con ella, otros nos quedamos maravillados ante tanta imaginaci�n, tan tragedia y tanta belleza.

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Pero ya antes hab�a llevado a cabo una peque�a pieza, titulada ‘Happy Times’ (‘Xingfu shiguang’, 2000) que por cierto ten�a como productor ejecutivo a Terrence Malick, y que tanto debe a Ford o a Capra. Y continu� adicto a su labor de director, casi como si hacer pel�culas fuera una forma de vida, dirigiendo la extraordinaria ‘La casa de las dagas voladoras’ (‘Shi mian mai fu’, 2004), a la que ya dediqu� encendidos y merecid�simos elogios en estas p�ginas de Blogdecine, y con la infravalorada y devastadora ‘La maldici�n de la flor dorada’ (‘Man cheng jin dai huang jin jia’, 2006), con un breve intervalo en una ins�lita tragedia a medio camino entre Jap�n y China que muy pocos han visto, ‘La b�squeda’ (‘Qian li zou dan qi’, 2005), y un par�n de unos a�os para encargarse de las fastuosas Apertura y Clausura de los JJOO de Pek�n, que tanto beb�an del wuxia y del amor por la ancestral cultura china de este director legendario. Comenzaba as� otra �poca en su trayectoria, la marcada por la din�mica y sorprendente ‘Una pistola, una mujer y una tienda de fideos chinos’ (‘San qiang pai an jing qi’, 2009), que v� en Berl�n y que me deslumbr� por su precisi�n narrativa y su desparpajo visual y tem�tico.

Y ahora vuelve con sendos dramas sobre la Revoluci�n Cultural China y sobre la masacre japonesa en Nanjing, y promete seguir dando mucho del enorme cine que lleva dentro. Cuando dentro de un par de d�cadas Yimou se haya cansado de recibir premios (algunos nunca se los han dado, pero a �l no le importa lo m�s m�nimo, porque el premio es ser director de cine) y yo me pregunto si seguir�n infravalorando a uno de los m�s refinados artistas visuales que existen, capaz de construir un poema con colores y caracteres m�nimos, y de mostrarnos la cruda realidad con un lirismo estremecedor, y sin embargo contenido y elegante. Yo seguir� revolvi�ndome en mi asiento cada vez que lea que alguien es un genio cuanod no ha demostrado ni la mitad de lo que ha hecho este cineasta.



Source: http://www.blogdecine.com/directores/el-humanismo-y-la-pasion-de-zhang-yimou

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